Youssef Cherif
El primer foro Raisina Mediterranean, celebrado en Marsella los días 12 y 13 de junio de 2025, marca un nuevo capítulo en el alcance global del Observer Research Forum (ORF). Inspirado en el Raisina Dialogue que se realiza anualmente en Nueva Delhi, esta edición mediterránea fue coorganizada por el ORF de la India y CMA CGM. Con la participación de más de 38 países, incluidos ministros –asistieron los ministros de Asuntos Exteriores de Francia e India–, diplomáticos, académicos y líderes empresariales, el foro ofreció una nueva plataforma para debatir sobre realineamientos geopolíticos, corredores de infraestructura, conectividad marítima y resiliencia climática, con el Mediterráneo como tema y escenario de enredos estratégicos.
Asistir a la conferencia brindó una valiosa perspectiva sobre cómo India se posiciona en un entorno global en rápida transformación. Siete años después de mi participación en Raisina 2018 en Delhi, me encontré de nuevo entre los participantes de este diálogo, esta vez en las costas del Mediterráneo. Marsella, sede del gigante naviero francés CMA CGM, destacó la importancia de las rutas marítimas y las cadenas logísticas de suministro. Estas áreas son centrales para el extractivismo contemporáneo, ya que minerales, recursos energéticos y productos agrícolas se trasladan cada vez más a través de corredores de alta capacidad definidos por estrategias comerciales y objetivos geopolíticos.
Un aspecto llamativo del foro fue la relativa ausencia de debates sobre Oriente Medio, pese a su papel central en la política mediterránea y en el India–Middle East–Europe Corridor (IMEC), una de las iniciativas principales discutidas. Esto dejó espacio a otras narrativas, en particular el fortalecimiento de la relación entre Francia e India, que fue destacado repetidamente por altos representantes de ambos países. Sus discursos presentaron a la India no solo como socio, sino como actor estratégico a largo plazo, buscando alinearse en objetivos climáticos, seguridad marítima y planificación de infraestructuras comunes. El IMEC se presentó no solo como una vía de transporte, sino como una visión transformadora de conectividad que une India, la península arábiga y Europa, y que podría redefinir el movimiento y comercio de recursos extractivos.
Para quienes observan el extractivismo, este corredor merece atención. La India ha profundizado su interés en los fosfatos del norte de África, en particular en Marruecos y Túnez. Estos insumos para fertilizantes son esenciales para la seguridad alimentaria y la política industrial de la India. Los actores europeos, también dependientes de las importaciones de fosfatos, se encuentran cada vez más en competencia indirecta. La creación de infraestructuras paralelas a lo largo del IMEC podría acelerar esta carrera por un acceso seguro a los recursos. Aunque estas dinámicas no se discutieron explícitamente en términos de Extractivism en el foro, las conexiones fueron evidentes.
El patrocinio y la coorganización por parte de CMA CGM también subrayaron la centralidad de los flujos extractivos marítimos. Con una flota global que transporta mercancías a granel entre continentes, el interés geopolítico de la empresa no es abstracto. Los proveedores logísticos están cada vez más implicados en decisiones sobre dónde y cómo se transportan, procesan y almacenan las materias primas. La crisis en el Mar Rojo es solo uno de los muchos focos de tensión geopolítica que capta su atención.
La posición de la India en el evento también destacó por su tono retórico. Un exministro indio señaló: «En la India no somos transaccionales, somos filosóficos». Esta afirmación, diplomáticamente formulada, contrastaba implícitamente con la postura más asertiva y comercial de China. La idea era que la India ofrece un compromiso más equilibrado y quizás más basado en principios, algo especialmente relevante en regiones que temen depender demasiado de un solo actor externo. Aunque la competencia entre India y China rara vez se mencionó abiertamente, estuvo presente como telón de fondo en muchas conversaciones, a medida que el Mediterráneo se convierte en un nuevo escenario de influencia para ambos.
En conjunto, el Raisina Mediterranean ofreció más que diplomacia simbólica. Brindó un vistazo a la arquitectura ideológica e infraestructural que se está construyendo en torno a las rutas extractivas y los corredores marítimos. La ausencia de Oriente Medio, la prominencia de los actores navieros, el trasfondo de la rivalidad entre India y China y la geopolítica de la energía revelan cómo el extractivismo está siendo replanteado: no solo en cuanto a lo que se extrae, sino también cómo, por quién y a través de qué rutas.
A medida que se desarrolla este nuevo capítulo del Raisina, será importante observar cómo el Mediterráneo se convierte en un campo de prueba para las ambiciones globales de la India y cómo esto se cruza con los flujos extractivos del norte de África y Europa.